jueves, 10 de octubre de 2013

Éramos. Somos. Seremos.

La vida en este espacio-tiempo es una sucesión de causalidades. Las casualidades no existen.
Todo tiene su razón de ser. Y la mayor parte de lo que te acontece es porque tú lo decidiste antes de venir.

Este es mi manera de pensar desde hace muchos años.

Al morir mi madre cuando yo tenía 28 años, huí del barrio de mi infancia cual Caperucita perseguida por un lobo hambriento. Aquel barrio que me vio crecer, me parecía triste y decadente sin su presencia.
Sólo lo he seguido visitando para ver a mi madre en el cementerio, o a mi padre en casa, antes de que él también huyera de esta ciudad.




  Hace cuatro años que comencé a visitar las redes sociales. Quería conocer a más fans de mi grupo preferido para no sentirme un bicho raro. Desde entonces he conocido a grandes personas de todo el mundo. He bailado en muchas fiestas de Depeche Mode y he asistido a sus conciertos con amigos nuevos.

La vida y las redes humanas son como telas de araña que te conectan sin que se note apenas. Te unen a nuevos amigos o hacen que recuperes a antigüos.

Estas redes y mi amor incondicional por la música desde mi más tierna infancia me han regalado de los mejores momentos de mi vida. Con 5 años eran los cantos Gregorianos y las rancheras de Jorge Negrete lo que me arrancaban a bailar. Con 10 fué la música clásica. En mi adolescencia fue la música de los ´80 la que me dió alas para sobrevolar mi realidad.

Hoy en día la música sigue siendo el hilo conductor de mi vida. Siempre ella en los buenos y en los malos momentos.

Personalmente he crecido mucho. me dicen en casa. De ser muy tímida e introvertida, he pasado - claro después de miles de experiencias y tiempo - a ser extrovertida y en ocasiones descarada. Pero en la ley de esta jungla es superarte o ser engullidos.
Y toda esta parrafada me ha surgido por un comentario tierno de alguien al que perdí la pista hace 30 años. Casi nada. Mi primer novio. Éramos boy scout. Así fue como le conocí a los 13 años. A los 17 salimos juntos. Claro que él era un niño normal. Yo una semi-monja.

Trás toda una vida, las redes de araña me han hecho contactar de nuevo con él y con el resto del grupo de scouts de mi antigüo barrio. Todo "vuelve como un boomerang booh " como cantan los LOL.

Y a pesar de que mi cuerpo siguió su camino, mi mente sigue siendo muy simple e infantil. Será por éso que mis ojos aparentan 17 y mi body no.

¡ Gracias, Suso, por el piropo !




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