martes, 21 de agosto de 2012

Han caído los tres.

Aquel día se despertaron fresquitos.
 Pensaron que sería otro buen día. Al fresco, sin moverse, nada más que charlar y charlar. Las horas muertas hablando y mirándose. Al igual que hacen los enamorados. Eran demasiado fríos como para tener relaciones... sí , relaciones sexuales.
  De repente sintieron un extraño movimiento. Se miraron atónitos. Las palabras cesaron. Se arrejuntaron. Se pegaron cuerpo a cuerpo. Un extraño frío les recorrió de arriba a abajo. De abajo a arriba. 
 Se sintieron agitados. Nerviosos. ¿ Qué ocurría? Nadie volvió a hablar. El tiempo pasó. Fue un impas caluroso e inquietante. Muy inquietante. Silencioso.
Finalmente llegaron a una nueva tranquilidad. Al frescor acostumbrado. A la tibia quietud. Comenzaron de nuevo su animada charla. Bla, bla,bla. ja,ja,ja.
Sólo uno de ellos se percató que habían caído tres. Ya no les verían nunca más.












Tres hielos se derritieron del super a mi hogar. 

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