domingo, 9 de febrero de 2014

El punto de encuentro. Buenos días.




Hace más de un año que cree un comedero para pájaros utilizando la caja de plástico de los
 Whiskas de mi gata.
Hice dos agujeros en un lado de la cajita morada y a través de ellos inserté un pequeño cable.
Así la cajita a la barandilla de la terraza.




Cada mañana al abrir la ventana escucho a los gorriones, cada día más numerosos, reclamando sus
migas de pan mojado con agua.

Dar de comer a los hambrientos. De beber a los sedientos.
Esas palabras que se me quedaron bien grabadas en mi niñez.
Esas palabras bellas que siguen como un mantra conmigo.

Cada mañana al abrir la ventana mis amiguitos con alas están aguardándome.
Mi gata ya ha aprendido a mirarles, sin necesidad de cazar a ninguno.

" Lys: tú tienes ya tu comida en casa. Así que no les hagas daño. Pobrecitos tienen hambre."
Mantra que he repetido a mi gata para enseñarle a respetar por encima de sus instintos felinos.




Cada mañana al abrir la ventana entra el aire fresco en casa y los trinos de los gorriones y de una pareja de mirlos. Algún día se acerca el petirrojo, tan chulo y descarado como siempre. Algunas urracas de allá para cuando. De estas últimas no me fío mucho. Así que si está Lys fuera, las espanto ... no vaya a ser que ...


Cada mañana sea invierno o verano salgo cual Blancanieves a saludar a sus pajaritos.
Algunos se están confiando mucho y permanecen en el carrizo y me observan como les relleno el comedero.
Hay uno de ellos que atraviesa el patio de un arbusto a otro en un semi círculo idéntico y diario al comprobar que ya está dispuesto el desayuno... alerta al resto que ya pueden acercarse a picar del pan humedecido.

Cada mañana el ritual de dar de comer y beber a los pequeños que nos alegran con sus cantos los días en esta gran ciudad.

Ciudad desalmada por los humanos.

Esta es una de esa alegrías que no se compran con dinero y que valen más que el oro.

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