Lo hago por compartir esos días medio felices, medio terribles de mis días de infancia lejos de las faldas de mamá.
En respuesta a :
Fuí al colegio por primera vez con cinco años. Mi hermana menor se quedaba en casa con mamá.
A mi me forzaron , engañaron a ir a un sitio muy "divertido para jugar con niños". Me encontré en un exilio en país extraño. Todos me hablaban y yo no entendía nada. Un colegio francés. Monjas severas en su mayoría.Te te regañaban porque no les contestabas. Tal estrés provocó que enfermara.
A los 10 años ya estaba acostumbrada al idioma, incluso al inglés. No teníamos gimnasio así que dábamos cuatro carreras por el pequeño patio. Falda pantalón y pololos a juego. Era la señorita de español la que nos hacía correr. Así pasó que al cambiar al Instituto español, el gimnasio inmenso con sus potros y barras de equilibrio me comieron la moral.
La peor era una monja que tenía un bigote rasurado. Era la leyenda colegial. " A su madre la violaron los nazis y por éso le salió bigote y tiene tan mal caracter". Un día llegamos de comer tarde cinco minutos - nos tuvieron que sacar del comedor. Todas ocultabamos la bazofia en los cajones del refectorio, en las bolsas de los cubiertos. Yo odiaba los macarrones cocidos con agua con sal. Así es como nos los hacían comer. Mucha comida hecha sin amor -. Me dejó en el pasillo después de una bronca de ogro atroz cuando teníamos que hacer un examen. Yo era muy aplicada. Lloré.
La madame H. se sacaba los mocos y hacía pelotillas pensando no la veíamos en los dictados. Nosotras la espiabamos de reojo. ¿ A quien le tocaría la bolita esta vez ?
Nunca volví a ver ni saber de aquellas chicas de la infancia. Salvo a una de ellas que hace años salió en las noticias. Pobre Isabel, tu principe te dejó. Y yo tengo uno que odia las coronas.
Mi primera violencia por rebeldía : fue darle una hostia al médico que me atendió en el lecho de mi madre cuando con cinco años tuve fiebre colegial. Él me la devolvió.
p.d. Hace unos 5 años iba paseando por mi actual barrio en el centro de esta ciudad. Vi a la mala del cuento. Madame H caminaba delante de mi. Comprobé horrorizada que era ella. Como si del mismo diablo se tratase, pegué una zancada, dos, tres y corrí a refugiarme a la acera de enfrente.
Hay traumas todavía por superar.
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